Sin romper con los rasgos estilísticos de la cultura
ática, Praxíteles los interpretó desde una visión muy personal, que sentó las
bases para el posterior desarrollo de la escultura helenística. Se alejó de la
tradición anterior al preferir como material el mármol, más que el bronce, pero
se mantuvo en la línea de sus antecesores por su elección como modelo para sus
obras de la belleza juvenil idealizada. Desde este punto de partida, evolucionó
hacia una mayor humanización de las estatuas, hacia una plasmación algo más
intensa de los sentimientos.
Gozó de un gran prestigio desde sus primeras
realizaciones, en particular por la suavidad del modelado y la postura
indolente de los cuerpos, que gravitan fuera de su eje, descansando sobre un
punto de apoyo. Es emblemático en este sentido el grupo de Hermes con Dioniso
niño, encontrado en 1877 en Olimpia y que se considera un original, el único
que se conserva de un escultor griego de primera magnitud.
Sus obras restantes se conocen a través de copias
romanas. La que gozó de mayor renombre en la Antigüedad fue la Afrodita de Cnido,
estatua de tamaño natural de la diosa en la que por primera vez se la
representa desnuda. El Sátiro en reposo y el Apolo Sauróctono destilan el
encanto sensual y la gracia delicada connaturales en la obra de Praxíteles. El
escultor obtuvo también un gran éxito con un tipo de Eros desnudo al que la
cabellera rizada confiere una nueva plasticidad, un nuevo encanto romántico.
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