DESTRUCCIÓN DEL 79

El 24 de agosto del año 79
después de Cristo, los habitantes de Herculano hacían su vida de manera normal,
sin siquiera sospechar que la muerte los rondaba a la vuelta de la esquina.
Poco antes del medio día, se
escuchó un estrépito descomunal que cimbró la tierra e hizo estremecer la
ciudad entera. Poco después, una erupción hizo que la cima del monte Vesubio
estallara en fragmentos hirvientes que se elevaron a más de 20 kilómetros de
altura, por lo que alcanzó la estratósfera.
No sabemos cuál fue la reacción
de la gente en ese momento, pero observaciones recientes revelan que ante
catástrofes de estas dimensiones, las personas quedan como hipnotizadas y en
vez de huir, permanecen observando al parecer sin percatarse del peligro.
Después de una hora de haber
ocurrido la erupción, empezaron a caer los restos volcánicos, pero el viento
arrastraba las cenizas hacia la vecina ciudad de Pompeya, donde los fragmentos
de roca incandescente derritieron los tejados y la ceniza ocultó por completo
el sol. El estrépito debió haber sido aterrador.
Pero en Herculano, la visión
de la columna de humo ascendía verticalmente sin amenaza para la ciudad. Todos
los fragmentos se los llevaba el viento con dirección a Pompeya.
Los habitantes de Herculano
se sintieron seguros y dieron gracias a sus dioses por haber protegido la
ciudad. Pero a mitad de la noche, la gigantesca columna de humo perdió sustento
y se desplomó con hórrido estruendo sobre la adormecida Herculano.
El flujo piroclástico , que
es una combinación de partículas encendidas y gases ardientes, se precipitó
como un huracán de fuego sin dar tiempo a nada.
Ambas ciudades, Herculano y
Pompeya habían desaparecido sepultadas bajo las cenizas ardientes. Pompeya
yacía a 3 metros bajo tierra. Herculano en cambio, quedó bajo 20 metros de
ceniza y piedra volcánica.
Pompeya, al estar solamente
a 3 metros bajo tierra, tuvo algunos intentos de rescate, pero Herculano había
sido borrado de la faz de la tierra.
DESCUBRIMIENTO
En el Siglo XVIII, un
campesino hacía un pozo buscando agua pero en su esfuerzo, con lo que topó fue
con la perdida y olvidada ciudad de Herculano.
Poco a poco , los
arqueólogos fueron descubriendo las ruinas de las ciudad y ello les abrió una
puerta directa al modo de vida romano de aquella época, ya que mientras otras ciudades del imperio se
habían deteriorado lentamente por el abandono y las inclemencias del medio
ambiente, Herculano había permanecido sepultada y silenciosa, intacta como una
cápsula del tiempo.

Después de una hora de haber
ocurrido la erupción, empezaron a caer los restos volcánicos, pero el viento
arrastraba las cenizas hacia la vecina ciudad de Pompeya, donde los fragmentos
de roca incandescente derritieron los tejados y la ceniza ocultó por completo
el sol. El estrépito debió haber sido aterrador.
Pero en Herculano, la visión
de la columna de humo ascendía verticalmente sin amenaza para la ciudad. Todos
los fragmentos se los llevaba el viento con dirección a Pompeya.
Los habitantes de Herculano
se sintieron seguros y dieron gracias a sus dioses por haber protegido la
ciudad. Pero a mitad de la noche, la gigantesca columna de humo perdió sustento
y se desplomó con hórrido estruendo sobre la adormecida Herculano.
El flujo piroclástico , que
es una combinación de partículas encendidas y gases ardientes, se precipitó
como un huracán de fuego sin dar tiempo a nada.
Ambas ciudades, Herculano y
Pompeya habían desaparecido sepultadas bajo las cenizas ardientes. Pompeya
yacía a 3 metros bajo tierra. Herculano en cambio, quedó bajo 20 metros de
ceniza y piedra volcánica.
Pompeya, al estar solamente
a 3 metros bajo tierra, tuvo algunos intentos de rescate, pero Herculano había
sido borrado de la faz de la tierra.
PLANO ACTUAL


EDIFICIOS, CASAS, EL PUERTO,
CALLES PÚBLICAS
Las casas, con sus muebles y sus camas e incluso sus utensilios de cocina,
se encontraban tal y como sus dueños les habían dejado mil 600 años atrás.
Maravillosas esculturas, exquisitos mosaicos y frescos
bellamente pintados. Todo estaba ahí: los muebles de madera preciosamente
tallados se habían petrificado conservando los detalles con una precisión
increíble.
Dado que entre las ruinas se encontraron algunas casas
con la mesa puesta dando la impresión que la gente había salido a toda prisa,
los arqueólogos llegaron a pensar que la gente de Herculano había escapado y
dejado la ciudad atrás. Pero hace poco los arqueólogos hicieron un macabro
hallazgo: En lo que había sido el cobertizo para barcas de la ciudad, una
especie de muelle donde las personas tomaban las barcas para entrar y salir del
lugar, se encontraban 300 cuerpos, la mayoría de mujeres y niños. Estaban
acurrucadas y abrazadas entre sí, quizá estaban esperando un rescate que nunca
llegó.
Una ola de hirviente flujo piroclástico los alcanzó,
haciendo que la carne, músculos y vísceras se evaporaran instantáneamente.
A esta temperatura el cerebro comienza a hervir y al
estar confinado dentro del cráneo, el vapor ejerce tal presión que hace que la
cabeza estalle como un globo.
Incluso encontraron el cadáver de una joven madre con
un pequeño en brazos. La mujer estaba embarazada y el esqueleto del feto
permanece en su interior.
Sin duda fue trágico el destino de los habitantes
de Herculano y Pompeya. Nos sirve de consuelo que gracias a las ruinas de ambas
ciudades podemos conocer casi con exactitud el estilo de vida romano de hace 2
mil años.